DIA 48: ULTRADESAFIO COMPLETADO, SE ACABO LA MOTO Y ABANDONAMOS CIPANGO

TOKYO – BEIJIN:  2.100 kms de avión.
(24 de agosto del 2010)








Habiendo mal dormido al raso con lo puesto, cuando abrieron el aeropuerto y nos pudimos asear ya estábamos dispuestos para coger nuestro avión rumbo a Beijing (Pekín). Al final no hubo problemas para pasar la aduana y definitivamente ya desde la ventanilla del aeroplano vimos alejarse la tierra de Cipango y con ella a nuestras dos motos que se allí quedaron. Esperábamos volver a verlas algún día...

Terminaba así pues nuestra aventura motociclística pero antes de volver a casa queríamos descubrir Beijín, pues habíamos rodeado China entera durante semanas sin poder entrar en ella con las motos por culpa de los complicados y carísimos trámites que implicaba.


Aterrizamos en Beijín y gracias al excelente sistema de transporte público chino no a mucho tardar ya habíamos llegado al céntrico hostal que habíamos reservado varios meses antes. Poco rato después ya estábamos descubriendo la capital.

Un paseo relajado por el Parque Chang Puhe.





Y sin más tardar entramos en la extraordinaria Ciudad Prohibida (Ciudad Púrpura Prohibida), declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y que fuera Palacio Imperial de las dinastías Ming y Qing, y sede del Gobierno Chino hasta 1911. Según vas entrando se van sucediendo una serie de plazas flanqueadas por puertas y edificios, a cual más bello.

La Puerta Meridional.



En la plaza hay un canal serpenteante, y sobre él estos curiosos puentes llamados Puentes del Río de Oro.



La Leona Guardiana de la Puerta de la Suprema Armonía.



En el Centro de la Ciudad Prohibida (y por ello simbólicamente en el centro del Universo pues es el edificio del Emperador), está el espectacular Hall de la Suprema Armonía, al que se accede a través de la impresionante escalera que supera los tres niveles de terrazas de mármol que lo rodean.




Detalle de los hermosos tejados dobles.




Los Templos de la plaza.



La grulla es un símbolo de la longevidad, y con ella de sabiduría, conocimiento y experiencia ganados durante los largos viajes por los cielos.




El Hall de la Armonía Central.





El Trono Imperial en el Hall de la Armonía Preservada.



Palacio de la Pureza Celestial.




El Hall de la Unión y al fondo el Palacio de la Tranquilidad Terrenal.



El Trono de éste Palacio de la Tranquilidad Terrenal.





En la parte Norte del recinto está el Jardín Imperial.



Pabellón de las Diez Mil Primaveras (Wan chun tin).







El Elefante símbolo de la buena suerte pero también de la fortaleza, aquí aparece postrado al poder imperial (al menos eso interpreto yo).



Pagoda llamada Pabellón de la Serenidad Imperial.



La Pagoda remata una montaña de piedra llamada la Colina de la Elegancia Acumulada (Diu Xiu Snan).



Cuando se llega al límite del recinto en la Puerta Norte (del Poder Divino), ya se empieza a volver hacia atrás, dirección Sur.







Saliendo de la Ciudad Imperial un hombre educado nos ofreció un tour hacia la Muralla China, que era exactamente lo que teníamos previsto para el día siguiente. Ofrecía recogernos en el hostal en un microbús de pocas plazas, llevarnos a la muralla de Badaling,  la entrada a la muralla, a las tumbas Ming, comida en restaurante y al volver visitar el Estadio Olímpico, todo por 12 miserables euros/barba (nunca hay que subestimar la capacidad de los chinos de hacer negocios con un mínimo de margen comercial). La oferta era insuperable porque estaba previsto pagar tal vez 4 ó 5 veces más por todo ello teniendo que coordinar autobuses, metros, etc., y por eso aceptamos aunque con bastante escepticismo, pensando que si a las 8 de la mañana el hombre no aparecía en el hostal no habríamos perdido nada.

Instrucción de los guardias de palacio.



Columna/Obelisco/Tótem ante la Puerta de Tian’anmen.




La famosísima Puerta de Tian’anmen (de La Paz Celestial), con el retrato de Mao Zedong, la bandera roja chino-comunista y nosotros dos haciendo el lila en plan friki coreana.



Los dos férreos guardianes de China.



La Puerta aparece en el escudo de China.



Sigue tutelando a sus discípulos. Mao proclamó en 1949 la República Popular de China precisamente desde esta puerta. Las dos consignas que desde entonces rezan en los muros son “Viva la República Popular de China” y “Viva la Unidad de los Pueblos del Mundo”.



La Plaza de Tian’anmen, la más grande del mundo, cuyo centro estaba éste día cerrado por un acto oficial. Esperábamos que al día siguiente pudiéramos volver y entrar en él.



En la Plaza nos abordaron también dos busconas con la excusa de que eran estudiantes de empresariales que hacían prácticas de inglés, pero lo que en realidad querían era llevarnos a una casa de té. Como aquí uno ya tiene la mili hecha y unas cuantas horas de vuelo, aprovechamos para que nos indicaran en un plano cómo llegar al Mercado de la Seda y más tarde escurrimos el bulto elegantemente.

Pasamos de nuevo por el Parque de Chang Puhe.




Frente al Hotel Fontaine.




Impresionante el Gran Hyatt Hotel Oriental Plaza.




Llegamos así al Mercado de la Calle de la Seda (Silk Street Market). Unos famosísimos almacenes dedicados a la venta de copias de todo tipo de productos. Obvia decir que a pesar de que casi no nos cabía ya nada en las pequeñas mochilas del equipaje, salimos de allí con alguna bolsa llena de cosas...



Volviendo al hostal paramos a cenar y comprobamos que cuando los pekineses acaban la jornada laboral también saben divertirse. Aquí un travesti (ladyboy) daba un espectáculo cómico-lírico.



Llegamos al hostal y con mucho gusto pillamos la cama para descansar por fin tras haber pasado la noche anterior en el césped del parterre del aeropuerto de Tokyo. Faltaba un sólo día para finalizar éste largo viaje y había que aprovecharlo al máximo, empezando por las 8 de la mañana en que el hombre del Eco-Tour aparecería (o no) por el hostal para llevarnos hasta la Gran Muralla.



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