DIA 27: BIENVENIDO A LA REPUBLICA INDEPENDIENTE DE ... BURATIA

ALTANBULAGH - ULAN UDE: 243 KMS.
(3 de agosto del 2010)




Por la mañana en la frontera había una cola considerable esperando que abrieran las vallas, un hervidero de personas, coches y animales todos bajo una capa de lluvia que se fue intensificando mientras esperábamos nuestro turno de garita en garita, de control en control, de administrativo-chupóptero a sabiondo con un sello a estampar. Al menos no tuvimos que pagar sobornos a nadie en todo el viaje esta vez.
Al final conseguimos con esfuerzo salir de Mongolia, y con algo menos de esfuerzo entrar de nuevo en Rusia.
Ahora venían días monótonos de tirar como posesos para llegar al final de Rusia a tiempo de pillar el ferry dentro del mes del visado.
Por el camino tuvimos que hacer algunos apaños a las motos (las dos) que iban perdiendo tornillos y piezas y sembrándolos por los campos rusos...
Estábamos en Buratia, otra vez en Siberia. Rusia es enorme realmente, y está constituida de muchas Repúblicas, algunas de las cuales son teóricamente independientes pero que realmente dependen de Moscú para todo (ya se encargan de ello por la manera de hacer aquí las cosas).

Sin parar de llover toda la mañana pero sin demasiados problemas llegamos a Ulan Ude, y justo ahí Carles se dio cuenta de que llevaba la rueda pinchada.
Empezamos a buscar hotel, cosa nada fácil dentro de las ciudades rusas pues muchos de ellos no aceptan a extranjeros...
Y para animar la fiesta mientras buscaba el hotel el embrague de la KTM dijo basta y se terminó definitivamente tras unos 600 kms. esta vez, y esperaba que fuera la última porque por fin tocaba poner el bombín nuevo que me mandaron a Ulan Bataar.
Al menos dejó definitivamente de llover y de momento conseguimos hotel. Nos pusimos manos a la faena y mientras yo desmontaba la moto en el aparcamiento al aire libre ante los curiosos Carles, tras un par de intentos fallidos buscando talleres, al fin fue acompañado por un taxista a donde le repararon el pinchazo (pero eso sí, la rueda se la tuvo que sacar él, porque el tío no tenía ni herramientas...)
Por mi parte me dispuse a sacar el bombín por última vez (esperaba)... y resultó que ¡NO PUDE! Uno de los tornillos allen se había cansado de tanto atornillar y desatornillar, y se había coronado. ¡Cagoentodo! ¿Y ahora qué? Unos turistas curiosos de origen mongol se pusieron a ayudarme y un ruso también vino con herramientas de peón y con la maceta y la escarpa, y dándole al motor de la pobre moto sin piedad, le hicimos una muesca al tornillo y conseguimos girarlo... ¡ufffffffffffff!  Finalmente, y acojonado porque ya no me atrevía a sacar o poner nada más porque todo era mortal, puse el bombín nuevo cortesía de los amigos, atornille y monté todo con cuidado, sangré el sistema, y crucé los dedos para haber solucionado definitivamente el problema que tanto me había jodido hasta entonces. Ahora sí que todos los colegas del ATCE iban subidos en mi moto figuradamente.
Todavía tenía las manos llenas de grasa, aceite y líquido mineral (como odio esa sensación...), y Carles apareció con su rueda reparada. Estábamos los dos donde debíamos estar, con las dos motos operativas y con la Katty ya totalmente reparada por fin. Nos merecíamos una cena.
Conocimos a un Buratio que era ultra-fan del Barça y conocía muchísimas cosas de Catalunya y hablaba muy buen inglés. Igual que su amigo que vino luego, eran licenciados en economía haciendo un máster en Moscú (tú te crees que es el fin del mundo, pero allí el más tonto hace relojes....).

Nos llevaron a cenar sin permitir que los invitáramos a un sitio típico Buratio y comimos un plato llamado Busa (o Pusi en ruso), es decir como una bola de pasta rellena de carne de vaca y cerdo. Estaba bueno y entraba bien, pues padentro.
Volvimos a dormir al macro-hotel soviético de muchísimas plantas y nos pusimos a sobar concentrados en la paliza que nos esperaba los próximos días pues, si las motos aguantaban, nos habíamos conjurado para hacer todo lo posible para llevarlas hasta Vladivostok a tiempo, lo cual no sería fácil.
Las motos durmieron en la calle, pero delante de otro hotel más lujoso que estaba cerca, y que tenía servicio de vigilancia.


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