DIA 38: CIRCULACION DESESPERANTE

SEOUL - DAEGU: 340 KMS.
(14 de agosto del 2010)





Cogimos las motos por el centro de Seoul. La Puerta Dongdaemun, una de las entradas antiguas a la ciudad.

En el centro, Carles en la estatua del Rey Sejong.

Y yo en la puerta Gwangwamun del Palacio de Gyeongbokgung.

El Downtown.

A la altura de Namsan, la Torre de Seoul ya estaba dentro de las nubes que amenazaban lluvia.

Intentando salir de la megalópolis la cosa fue a más y nos pilló un enorme aguacero en pleno atasco y con unos 35 grados y el ventilador de las motos a todo bufar. Mal empezamos.
Y mal seguimos, porque resultó que tardamos más de 10 horas en hacer esos 340 kilómetros de la jornada (¡peor que Mongolia casi!). El problema es que gran parte del país está urbanizado y la carretera no deja de ser una constante circulación urbana, con atascos y semáforos a tutiplén. Y cuando consigues pillar algo de carretera, enseguida está limitada a 70 y 60 kms/h, y no pasan ni 5 kilómetros que entras en otra ciudad. Fue desesperante.
Conseguimos a pesar de la lluvia llegar a Suwon donde está la Fortaleza de Hwaseong, fortificación Patrimonio de la Humanidad, pero hasta que paró de llover estábamos un poco mustios y decaídos.
Llegada a Suwon bajo la lluvia. Puerta Norte de la fortaleza, llamada Changanmun.

Yeomingak, la gran campana.


Subiendo por una colina encontré el Templo Budista Daeseungwon. Puerta de entrada

Y dentro de él encontré éste enorme Buda dorado.

Puerta Shin Poong Roo de entrada al Palacio Haengung de la fortaleza Hwaseong de Suwon... jajaja. Sí, ya sé que es un trabalenguas, pero que quieres que le haga si estos coreanos usan solo dos o tres terminaciones para todo...  Imagínate tú ir preguntando perdido por allí.

Salimos de la fortaleza por la Puerta Sur Paldalmun.

Vista la dificultad de avanzar, llegados a un punto decidimos pillar la autopista. Al coger el tiqué se acerca una señora y nos viene a decir algo como que no estaba permitido a las motos. Nos hicimos los suecos y tiramos palante dejándola con la palabra en la boca. La autopista estaba colapsada también (sábado, segunda quincena agosto saliendo la gente hacia la playa).  Al rato nos seguía sospechosamente una grúa de servicio, incluso por el arcén, pero conseguimos perderla zigzagueando entre la retención. Pero no a mucho tardar apareció apostado un coche de Policía que nos esperaba en el arcén, lo vimos a tiempo y pasamos disimulando por el carril central, pero ellos también nos vieron y empezaron a seguirnos con las sirenas y el megáfono, y muy amablemente nos echaron de la autopista abriéndonos luego una puerta de servicio, jajaja (esto ya me paso una vez en Jordania...).
En definitiva que vuelta a la general y entre aguaceros, luego sol abrasador, luego perdidos un rato con indicaciones que no hay quien comprenda, pasamos el día.

Además el país está sobre señalizado muy exageradamente, y muy a menudo de forma contradictoria. Pero bueno, avanzábamos que era lo importante.

Llegamos hasta Daegu y seguíamos sin noticias telefónicas de la naviera sobre si podríamos o no subir las motos en el ferry. Lo único que podíamos hacer nosotros era seguir y presentarnos allí para hacer presión “in situ”.

Para dormir otra vez escogimos un motelito del amor puesto que no solían rechazarnos, sólo cogían el dinero sin pedir la documentación ni el nombre ni nada (todo discreción); además las motos quedaban muy bien escondidas en su aparcamiento interior, bajo cortinas de entrada; las habitaciones eran grandes y espaciosas con aire acondicionado, televisión de unas 45 pulgadas e incluso con el ordenador y Internet, todo en la suite, y todo por 40.000 wones (26 euros total la habitación a partir entre los dos). ¿Qué más quieres? Si nunca vais a Corea dejaos de reservas de hotel, tirar de motelitos del amor que vale la pena. Además en el recibidor de cada planta había hasta una máquina para comprar consoladores o artilugios diversos si tenías una urgencia... jajaja.

Salimos a dar una vuelta y paramos a cenar en un restaurante local baratito pero donde nadie hablaba más que coreano y costó un rato hacernos entender para comer algo de sushi y unos tallarines.
Las motos durmieron en el aparcamiento interno del “hotelito del amoll”.



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