DIA 11: UNA SANGRIENTA HISTORIA

UFA – EKATERIMBURG:  670 KMS.
(18 de julio del 2010)





Un día más en ruta conociendo el país e intentando no morir en el intento. Ya habían quedado muy lejos los circuitos turísticos habituales. Por donde pasábamos no tienen costumbre de ver a occidentales, y la Militzia empezaba a vernos con ojos extraños. El país se había vuelto una mezcla de paisaje rural e industrial antiguo, pero menos de lo que yo me esperaba.

Solíamos levantarnos temprano, desayunar, revisar las motos y salíamos con cuidado de no caer en los radares manuales. Luego nos dejábamos llevar por la ruta en sí sin más pretensiones. Parada donde se terciara para fotos o comer algo, y continuaba la ruta por el simple placer de seguir conduciendo en tierra extraña. Estábamos ya tan y tan lejos que me dolía sólo de recordarlo…

Ya habían pasado más de 1.800 kilómetros desde Moscú... y sólo hacía dos días y medio que salimos... éramos dos máquinas imperturbables y la ralla del culo ya se borró hace tiempo... jajaja.


Atravesamos la Cordillera de los Urales por carreteras en bastante mal estado y a veces adelantábamos camiones de pie, dando saltos como Iván Cervantes pasando a los doblados en la zona ondulada de un superenduro indoor.... Y ya, con ese paso de los Urales, geográficamente habíamos entrado en Asia.  
A medio día me di cuenta de que aquel líquido que perdía hace días y lo enguarraba todo no era sólo la grasa de la cadena que el desengrasante expulsaba, sino que en realidad había estado perdiendo líquido hidráulico del embrague, pues dicho embrague se murió de golpe. Paré, abrí la tapa del depósito de la bomba, y casi no quedaba líquido. Esto pasó en plena carretera de montaña de los Urales, y nos costó horrores encontrar algo parecido, pero tras muchos intentos y muchos “magassin” (almacenes) visitados, incluyendo un “bolshoi (gran) magassin”, lo único que habíamos logrado encontrar fue líquido hidráulico mineral para tractores (y todavía gracias... porque desde aquí hasta Vladivostok no encontramos nada mejor...).

Total que añadimos líquido, sangramos el embrague por primera vez en nuestra vida (luego vendrían muchos sangrados más...), y seguimos para adelante, aunque con la mosca detrás de la oreja, porque el líquido no desaparece por gracia divina...

Por la tarde-noche llegamos a Ekaterimburg, donde la familia del Zar fue asesinada por los soviéticos en una casa local (donde hoy día hay erigida una bonita iglesia), y luego intentaron destruir los cuerpos con ácido, granadas y todo lo que se les ocurrió en unas cuevas que hay fuera de la ciudad.

Yo hace un año tuve la ocasión de ver los féretros reales en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo (después de ser finalmente encontrados e identificados tras casi un siglo de misterio (incluyendo la leyenda de la Gran Duquesa Anastasia)). Recordando las caras emocionadas de los rusos que rendían homenaje ante sus tumbas, se me hizo raro estar ahora en el lugar exacto donde fueron fusilados. No obstante, igual que cuando vas a Transilvania (Rumanía) ves muy pocas alusiones a los vampiros, Yekaterimburg tampoco parece querer recordar especialmente esa sangrante efeméride.
La entrada a la ciudad estuvo prohibida a los extranjeros hasta 1990.


Estatua de Yakov Sverdlov delante de la Ópera. Era un destacado bolchevique que sucedió al propio Lenin en las inspiradas proclamas revolucionarias. De hecho, Yekaterimburg fue llamada Sverdlovsk por él durante la era soviética ni más ni menos que hasta el 1992.


La Orden de Lenin concedida a un Puente por sus servicios durante la Segunda Guerra Mundial. Si, si, lo has leído bien...


El Ayuntamiento de Ekaterimburgo está en éste peculiar edificio estalinista con campanario.

El inevitable amigo Vladimir.


La Iglesia de la Sangre, o de Todos los Santos, erigida sobre la Casa Ipatiev en cuyo sótano fue fusilada la Familia Real Romanov.


Cenador y lago en el Parque Haritonov.

Luego en ninguno de los gostinitza (hotelitos)  nos quisieron.  Tuvimos un bajón y estábamos hartos del carácter ruso tan cerrado y desagradable, parecía que no le importabas a nadie.

Así las cosas, pasó un coche y una rubia de muy buen ver nos dijo que si nos hacía falta algo, y que parásemos.

Eran una pareja de moteros del  Motoklan Ekaterimburg, (Antón y Natalia)  no hablaban apenas inglés, pero llamaron al vicepresidente del motoclub y nos organizaron sitio para dejar las motos y dormir, hasta que al final acabamos en su propia casa, resultando que se habían casado el día anterior..... La chica había  hecho la compra y la cena (hasta nos había comprado cepillos de  dientes...). Nuestra mala opinión sobre los rusos iba a cambiar diametralmente en los próximos días...

Los tiernos recién casados.


Natalia, además de motera consorte y un rato guapa y simpática, era roquera de las buenas.


Las motos durmieron a unos 800 metros, dentro de un garaje/taller cerrado de Antón.




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