DIA 36: COREA O “Yo he visto cosas que vosotros no creeriais” (Roy en Blade Runner)

SOKCHO - SEOUL: 240 KMS.
(12 de agosto del 2010)








Por la mañana al mirar por babor me di cuenta de que nos estaba controlando a cierta distancia una fragata de la Marina Norcoreana, y ya no nos dejó hasta que entramos en aguas de Corea del Sur y eso me hizo pensar.... Ya habréis oído que estos últimos meses la relación entre ellas se ha puesto muy tensa. La verdad es que yo ya he estado en países digamos con conflictos pasados como Kosovo, Bosnia Herzegovina o Líbano, otros con relaciones inexistentes entre ellos como Armenia y Azerbaiyán por causa de Nagorno Karabaj, o incluso algunos con situación de facto como Transnistria en Moldavia, y otros con situación explosiva como Georgia unas semanas antes de la guerra con Rusia por Osetia del Sur, pero lo que nunca había experimentado es la sensación de entrar voluntariamente en un país oficialmente EN GUERRA, puesto que efectivamente nunca se firmó la paz entre las dos Coreas, motivo por el que las hostilidades podrían oficialmente recomenzar sin declaración previa de guerra por cualquier motivo suficiente. Esperábamos pues que mientras estuviéramos allí dentro la cosa no se fuera de madre...




El barco llegó a las quinientas a Socho.


El pequeño remolcador empujando al enorme ferry.


Luego los trámites fueron lentos, caros y a menudo incomprensibles, pero al mediodía conseguimos salir nosotros a explorar Sokcho.

En Corea la comida está en la calle.


Una pescadería con el material bien fresco.


¡Socorro!


No hay casi mujer coreana de cierta edad que no lleve una visera ya que la piel blanca es señal de belleza.


Yo pude comprarme al fin un cinturón pues los pantalones ya me caían lamentablemente. Era la dieta de Cipango, comer poco e ir marchando... jajaja.





Nuestra primera comida coreana. Antes y después…




Cogiendo el toro por los cuernos...


Eso es lo que hay.


A media tarde, conseguimos salir ya con las motos, aunque estaba lloviendo. Daba igual, lloviendo y negociando las curvas ratoneras de varios puertos de montaña todavía con los tacos delanteros, seguíamos con la sonrisa en la cara de haber llegado desde nuestra casa hasta allí, y estar conduciendo nuestras motos por la Republica de Korea (ROK), algo que suponemos muy pocos habrán conseguido.

Oscureció cuando todavía retorcíamos los chasis de las motos por los puertos de montaña bajo la lluvia, y tuvimos la tentación de parar a buscar un hotelito, pero supimos perseverar y ya entrada la noche llegamos a Seoul casi por fuerza de voluntad, pero llegamos.

No sin algunas dificultades conseguimos meternos en un motelito, con las motos en la puerta, que luego comprobaríamos que era un hotelito de amor ya que hasta los condones iban a cargo de la casa, y el Dvd ya no nos atrevimos a ponerlo porque con los canales sintonizados ya tuvimos bastante entretenimiento... jajaja.

Luego me vi inmerso directamente en la película Blade Runner. Era de noche; llovía insistentemente y la calle estaba anegada de charcos imposibles de evitar. Las múltiples luces de neón indescifrables parpadeaban intermitentemente. Varios puestos de comida callejera humeantes en la calle arropaban a sus clientes con unos escasos plásticos. Nos acercamos a un tenderete, nos sentamos en dos escuálidos taburetes y señalamos a la mujer la comida que queríamos que pusiera en el bol (días más tarde sospecharíamos que era carne de perro). Nos sirvió también una sopa (allí lo hacen siempre); pareciérase al agua que queda en el fregadero después de lavar los platos, con trocitos flotantes indefinidos. Pero estaba caliente y no era mala. Para adentro. Bajo aquel toldo de plástico, en plena megaurbe oriental, con la lluvia jarreando y los neones parpadeantes, me sentí sin duda como Rick Deckard/Harrison Ford en busca de los replicantes... Eran ya muchas las experiencias vividas en éste viaje e iban a ser todavía muchas más; como decía Roy en la película en su mítica frase: “yo he visto cosas que vosotros no creeríais”, pero esperaba que tantas vivencias y experiencias no terminaran tal y como él acababa su frase: “todos estos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia… Es tiempo de morir”. 


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