DIA 21: HAN PASADO LOS MALOS

HOVD – ALTAI: 470 KMS.
(28 de julio del 2010)




Nos despertamos temprano porque había que hacer muchos kilómetros por pistas pues nos gustaría llegar hasta Altai, pero francamente veíamos imposible calzarnos los más de 450 kms. off road.  
Salimos del hostal y nos encontramos una muy desagradable sorpresa: ¡Nos habían robado durante la noche! Unos desgraciados me robaron a mí la bolsa sobredeposito y a Carles una bolsa lateral, e intentaron arrancar alguna cosa más. Para ello cortaron cinco cinchas, bridas, un cable eléctrico y un cable de acero (!).  Después de que las motos sobrevivieran incólumes a Moscú nos habíamos confiado en el poblacho más pequeño... Por suerte la primera no tenía dentro nada vital para el viaje y la segunda tenía esencialmente cosas y útiles para comer. Pero desde luego nos quedó un mal cuerpo considerable.
Espero que el responsable, que querría tunear su moto china (o su cabra tal vez) con la bolsa KTM, cogiera luego unas ladillas como centollos.
Después de eso nos pusimos en marcha y empezamos a hacer kilómetros de pistas como posesos, enrabietados, de 50 en 50 con una parada, y a seguir.
Paramos en un Obo y añadimos unas piedras a la pila para tener una buena jornada.

Ver una señal era todo un acontecimiento.


Encontramos a esta pareja tirados reparando un pinchazo y además decían que estaban sin gasolina. Se hacía difícil pensar que los lugareños no sepan administrar exactamente la gasolina que consumen y si llegan o no al siguiente pueblo, pero de todas maneras paramos y compartimos con ellos algo de la nuestra.

Algunas veces parábamos en medio del camino sin siquiera apartarnos, porque para tres o cuatro coches que te cruzas al día...


Descansando en la cuneta estoy como el Rey del Mundo...

El nivel de pilotaje había subido espectacularmente y estábamos haciendo pistas como lo haríamos en cualquier salida dominguera.  Habíamos aprendido a cruzar las interminables ristras de grava sin miedo, a bailar sobre la moto para no asustarte cuando pierdes la dirección recta, y a volar a menudo sobre el ondulado para que no te afectara tanto.
Grava agotadora.

En algún lugar recóndito encontramos un templo budista y le di vuelta a los cilindros para que la suerte no nos fuera esquiva.

Carles “Desert Dueler”

Con el cielo por techo.

Los rebaños de camellos pastan salvajemente, a veces tienen pastores que los controlan y a veces no (al menos tú no logras verles).

Estos cuatro caballos salvajes se acercaron a saludar nuestro paso.



Aprovechábamos las paradas para reatornillar cachivaches que se iban aflojando con el temblequeo. Una vez más estar en medio de la pista no era ningún problema porque había muchos caminos para escoger y la mayoría iban al mismo sitio.

Ni el barro de los valles, ni las piedras de los pasos altos, ni el calor del día, ni el frío de la noche, ni siquiera la arena. Lo peor de Mongolia, lo que de verdad estropea las máquinas y los cuerpos es ese pequeño ondulado (tolé ondulé) que hace vibrar toda la moto y todo el cuerpo horas y horas. Es realmente muy molesto.


Nos cruzamos con un Toyota Land Cruiser y nos pidieron ayuda para hinchar una rueda. Tuve que sacar mi compresor de aire e intenté hinchar la maxi-rueda, pero a partir de un punto el aparatillo ya no podía dar más presión. Parece mentira que llevando un coche moderno no vayan más preparados para cruzar estas tierras y tuviera que ser un guiri con una moto pequeña el que le echara una mano. Nos lo agradecieron con varias botellas de agua, un producto precioso allí en medio de la nada....

... porque es la ley de Mongolia: sobrevive... o muere.

Dejamos rastro a nuestro paso. Cada montículo es un golpe en los riñones...

Casi anocheciendo legamos por fin a Altai. Hasta allí nos habíamos metido entre pecho y espalda 461 kilómetros de pistas mongolas ni más ni menos en un sólo día. Alucinante. Recuerdo que llegando a los 350 kilómetros le dije a Carles que si estaba cansado ya habíamos cumplido por hoy, pero el tío me sorprende y me dice que si es por él mejor llegar hasta el final... ¿Quien me iba a decir a mi antes del viaje que alguien querría estar más horas que yo sobre una moto? Si es que ya voy teniendo una edad y los jóvenes suben fuertes... jajaja. 


Buscamos y encontramos varios hoteles pero resultó que todos estaban llenos porque hacían una importante fiesta local en Altai. Ya de noche cerrada tuvimos que salir de la ciudad y subir a un monte donde acampamos por las bravas plantando nuestras tiendas bajo el cielo estrellado. Las motos a la puerta de la tienda



1 comentario:

Anónimo dijo...

genial vuestro viaje! :) aquí una foto esférica de la susodicha señal, estuve por las mismas fechas por esos sitios! http://fotosphera.net/es-panorama_mongolianroads.html
Saludos y a seguir viajando!