DIA 13: CIRCULAMOS POR ASIA

EKATERIMBURG – TJIUMEN:  330 KMS.
(20 de julio del 2010)







Por la mañana nos llevaron al taller y como decía Sergei la moto estaba lista y el embrague parecía funcionar.

Nos hicimos unas fotos e incluso la mujer de Ilía vino a posta porque le hacía ilusión subirse en la KTM (es la atracción naranja, jajaja)


La pareja de anfitriones. 


El bueno de Sergei, horas y horas devanándose los sesos en la moto y no quiso cobrarme nada, decía que era un honor haber colaborado en esta gran aventura, y flipaba por las KTMs de tipo dakariano como mi Adventure, la primera que veía al natural.


Una rusa de buen ver me bendijo el asiento con sus posaderas.


Definitivamente conseguimos salir de Ekaterimburgo, aunque el tema del embrague no quedaba nada claro.

A pesar de estar en Asia después de atravesar los montes Urales  el paisaje de momento no había variado demasiado. Seguían a partes iguales las feas ciudades desangeladas y las aldeas rurales, sin más aliciente que el saludar a un niño o a una anciana que se extrañaba de ver a dos moteros extranjeros por sus tierras.


Ésta parte de Asia  no tiene nada que ver con la que conocí hace dos años en Turquía, Siria, Jordania, Líbano o Irán, tal vez se parecería algo al Cáucaso, más a Georgia por ejemplo que a la católica Armenia o al islámico Azerbaiyán. 

La cuestión es que entre pitos y flautas los kilómetros, los pueblos, las comidas raras y los problemas para entendernos seguían adelante día a día. La distancia que llevábamos atravesando Rusia y todavía no habíamos llegado ni a su mitad… ¡No me extraña que sea el país más grande del mundo!


Pero la avería porculera no estaba solucionada. Paramos en Tjiumen a poner gasolina y tenía el embrague al 10% solamente ya. Se nos acercó un motero con una Honda VFR, y al explicarle el problema cogió el teléfono e hizo unas llamadas, y nos dijo que un amigo tenía una maneta de embrague Magura de KTM Superduke, pero hasta la noche nada. Decidimos aceptar, buscamos un hotelito e hicimos la colada.

Por la noche el tipo apareció y nos guió a las afueras de la ciudad, a una casa unifamiliar privada bastante clandestina donde cada vez que llamaba alguien el dueño Alex abría la puerta solo un poco, como un traficante... El amigo se marcha y nos deja allí, sin saber dónde ni con quién.


Enseguida se vió que el dueño de la casa sabía un huevo de mecánica, era un manitas concienzudo y quería desguazar una KTM Superduke nueva o casi (de entre otras motos que había en su garaje) para darme la maneta a cambio de que yo en España la comprara y se la mandara con la factura, así la podría vender por nueva. Esto olía a blanqueo de motos robadas o de dudosa procedencia. Que no llevaran matrícula era sospechoso, pero la realidad es que vimos muchísimas motos y coches sin matrícula circulando por toda Rusia.



Alex, era un “encuentrapiezas” profesional lo cual le da mucho dinero, ya que en Rusia la distribución de recambios de algunas  marcas es horrenda, y la gente de pasta (que la hay y mucha) prefiere pagar un sobrecoste a esperar varios meses una pieza con la moto en dique seco.

Tras desmontar la maneta de la Superduke el chico acabó decidiendo que no era posible montarla en mi moto, y la cosa se alargó. Por ello él y su madre decidieron darnos de cenar allí en plena reparación...

   
Luego me explicó que era probable que la junta tórica del bombín de abajo (“cilinder master” decía el jodío”), estuviera gastada, y tras sacar el piñón de salida, lo desmontó... Para los neófitos (como yo que nunca había visto ninguno) el bombín va ahí donde se ve la junta de cartón verde.


Es el conjunto marcado en azul.


El cilindro (lila) está comprimido dentro del cuerpo del bombín y empujado por un pequeño muelle (amarillo). Cuando se acciona la maneta, la presión del líquido hidráulico que viene desde la bomba de la maneta por el latiguillo (entra por el tornillo 62) hace que el cilindro empuje el vástago del embrague (en verde), por lo que si no tiene fuerza no acciona nada y los discos de embrague del otro lado no actúan. Para mantener dicha presión hidráulica en su recorrido, el cilindro tiene alrededor una junta tórica (en rojo), como la que se pone a los grifos por ejemplo para que no pierdan agua. El problema es que dicha junta, por desgaste, en vez de retener el líquido lo dejaba pasar y éste desaparecía hacia los discos (por eso se usa líquido mineral hidráulico en este caso, porque si le hubiera puesto aceite al depósito (como estuvo a punto de hacerme más de un mecánico ruso) esos discos dejarían de funcionar al quedar demasiado lubricados).

Alex me puso una junta tórica nueva de entre las que tenía en su surtido taller casero, y sangró el sistema (sangrar es ir añadiendo líquido al depósito de la maneta, accionando ésta para que el conjunto coja presión, y ir abriendo la válvula del bombín para que se vaya el aire acumulado, haciéndolo repetidamente (un coñazo que te deja la mano atontada)). La moto volvió a la vida.

Me cobró 50 euros por la reparación, pero en primer lugar yo estaba contento por creer haber dado definitivamente con el problema, y en segundo la clase de mecánica que aprendí aquella noche más adelante la amorticé con creces...

Salimos de allí a las 2 de la madrugada circulando solos por las callejuelas de las barriadas rusas como quien está en su ciudad. Algún policía en coche patrulla que encontramos por las desiertas calles de Tjiumen debió pensar que esos dos extranjeros eran un par de locos inconscientes vistas las historias de miedo que se cuentan siempre de Rusia, sus mafias y su delincuencia con los foráneos.

Llegamos a dormir unas pocas horas al hotel. Las motos durmieron en su parking exterior.


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