DIA 26. BYE BYE MONGOLIA

ULAN BATAAR - ALTANBULAGH: 368 KMS.
(2 de agosto del 2010)





Sobre las 5 de la mañana oí entre sueños a Isaac el ciclista que sacaba su bicicleta ya reparada del Hostal y se disponía a hacer un recorrido por el Norte. Nosotros nos levantamos mucho más tarde y dimos cuenta de los estupendos huevos fritos que nos preparó Tuya antes de despedirnos de ella y de Antonio, y más tarde nos lanzamos a hacer unas compras y algo de turismo por la ciudad con las motos.

Adiós Tuya, y muchas gracias. (foto Antonio)


Los expedicionarios, otra vez operativos. (foto Antonio)

Encontramos de nuevo al checo/polaco que nos esperó al ver nuestras motos aparcadas justo así

Carles le regaló su bidón de 10 litros de gasolina, pues pasada Mongolia creíamos que ya en Rusia no tendríamos problemas de combustible. Fue éste un exceso de confianza que días más tarde nos tuvo entre la espada y la pared...
En el Monasterio budista de Gandan Khiid.




Los monjes.




El curioso buda de oro. 

La plaza central del Monasterio, y al fondo el Templo.


Al rato circulaba yo en medio del tráfico caótico de un laborable por la avenida principal de Ulan Bataar, detrás de un autobús y mirando a los lados para que ningún coche me envistiera con sus constantes cambios de carril sin miramientos, y de repente pareció que el autobús se puso a volar, o mejor dicho el mundo se hundió a mis pies.
Aquí el motivo, imposible de ver detrás del autobús. Cuando vayáis a Ulan Battar, ¡CUIDADO CON LAS ALCANTARILLAS SIN TAPAR! jajaja.


Esa foto es del segundo momento, ya con la rueda posterior en el asfalto. En el primero la moto, con la rueda de atrás en el aire,  quedó hundida hasta el faro, ya que el guarrazo me dobló el protector de metacrilato. Me saltó la caja de la botella de aceite a la alcantarilla y tuve que bajar luego a la cloaca de más de 2 metros de alto para recogerla. Si no llego a llevar barra protectora del depósito fijo que aquí mismo acaba el viaje porque lo hubiera roto, ya que la mayor parte del golpe se lo llevó la defensa. Está claro que no sabes nunca cuando va a saltar la liebre. Esto paso delante de la parada del autobús, y no sé si lo he soñado pero creo recordar haber oído a una mujer que decía: desde luego estos de Manresa aparcan donde les sale de los huevos.... jajaja.
Al Sur de la ciudad vimos las laderas decoradas.

Y el que dicen ser el Buda más alto del mundo.

Y sin más nos despedimos de la capital.



Justo coger la carretera en dirección Norte hacia la frontera rusa empezó a lloviznar y no mucho más allá la llovizna se convirtió en lluvia intensa y persistente y ya no nos dejó en todo el día. Ya conocéis todos esa sensación de pasar varias horas bajo el agua e irte quedando pajarito por dentro, caladito y helado...
El paisaje era bonito y había innombrables rebaños de caballos, cabras y vacas en los márgenes constantemente invadiendo la carretera.
Sobre los 150 kilómetros de ruta nos encontramos en la carretera a Isaac y su bicicleta que andaba mojado como un pato (todavía más que nosotros), pues dejó la mayor parte de la ropa de abrigo en el hostal para ésta excursión de varios días. Le ayudamos a encontrar un hotel y cuando aquel superdeportista estaba ya a refugio seguimos vía hasta la frontera. Tirar y tirar.
Antes de llegar a Altanbulagh nos cruzamos y paramos a saludar unos minutos a unos mexicanos que estaban danto la vuelta al mundo en dos GS650. Ésta es su web:  http://www.mx3.mx/.


(Desgraciadamente unos días después Héctor tendría un serio accidente en las pistas de Mongolia que lo apeó de la moto definitivamente mientras que Iván todavía hoy día continúa su mega-viaje (ahora mismo en África) tras hacer por ejemplo una pequeña parada en mi casa de Manresa hace poco, momento éste que aprovechamos para hacerle una rutita y una comida de homenaje con varios amigos moteros del ATCE y de Mototurisme Catalunya, como se puede ver en ésta foto.)

Pues siguiendo con lo nuestro, nosotros aquel día continuamos bajo la lluvia y sobre las 19 horas llegamos a la frontera... que estaba cerrada. ¡Qué cachondos, y nosotros bajo la lluvia! Al menos la moto había aguantado 360 kilómetros hasta allí sin griparse, o sea que el apaño de los tornillos parecía correcto.
Por suerte cerca de la frontera  había un hotelito y conseguimos ponernos a secar un rato y a la piltra. Las motos en el patio del hotel.



No hay comentarios: