DIA 17: UNA CIUDAD DE LOCURA

BARNAUL – BARNAUL:  40 KMS.
(24 de julio del 2010)



  
Ésta era una jornada dedicada a las motos, debíamos encontrar un supuesto concesionario KTM que sale en la web de la marca, y allí cambiar el aceite del motor, filtros, y cambiar los neumáticos trail (Metzeler Sahara Enduro 3 y Metzeler Tourance que hasta aquí cumplieron perfectamente y sin pinchazos), y poner los de tacos (Metzeler Karoo y Karoo 2/T) que llevábamos a cuestas todo el viaje, para nuestra inminente entrada en las pistas de Mongolia.
Tras una ardua búsqueda hasta más allá de 20 kms. del centro, conseguimos encontrar el taller dichoso. Como me temía no había ni una KTM, ni tenía pinta de que hubiere habido nunca ninguna. Lo único naranja era un logotipo pintado en la pared...
Le dijimos al mecánico que nos cambiara los neumáticos y el aceite. Del reglaje de válvulas decidí mejor olvidarme porque el tío no sabía ni de lo que le hablaba.
No tenían ningún recambio para mi embrague. De hecho no tenían ni un triste filtro de aceite de recambio, suerte que yo llevaba varios conmigo (si no de qué iba a llevar tanto peso en la maleta, que por gusto no es...). 
Allí solo sabían de RR (motos deportivas de carretera), ya que el mecánico estuvo 2 horas y media para montar un sólo neumático de tacos (!) y me jodió más o menos dos cámaras (que llevaba yo, of course). El notas no había visto nunca ni siquiera un freno de cubierta.
Se nos echó el tiempo encima y al final el mecánico, vista su inutilidad y con el permiso del pijo-jefe que nunca se llegó a ensuciar las manos, se  llevó con el coche sucesivamente varias de las 4 ruedas a montar a otro lado. Mientras, como del aceite nadie decía nada, Carles y yo lo cambiamos nosotros mismos con las herramientas del taller que al menos era muy correcto, limpio y moderno. 
En ello estoy.

Así las cosas llegó un aventurero italiano en su Hayabusa. Era Marcelo Caruzzi y tuvimos con él una charleta interesante. 

Esta es su web de viajes:  http://www.marcellocarucci.it


Con los tacos montados y el aceite cambiado volvimos al hotel a tomar “la” decisión. A pesar de que no había conseguido ningún recambio para el embrague convenimos ser valientes y entrar en Mongolia a la aventura. El problema es que dejando ya Rusia nos alejábamos del Tren Transiberiano, y cualquier posibilidad de repatriar las motos en caso de emergencia casi se desvanecía hasta 2.000 kilómetros más allá, en Ulan Bataar, y lo peor es que a partir de ahora se habrían acabado las cosas normales como talleres mecánicos, tiendas de recambios, etc., y si la moto cascaba debería de arreglarla yo mismo como buenamente supiera y con las pocas herramientas que llevaba sobre la moto.
Por momentos ya me imaginaba tirado en medio del desierto, donde iba a estar yo, mi KTM, las manos llenas de grasa y las lágrimas en mis ojos preguntándome porqué soy tan obstinado... jajaja.
Tras un rato de reposo en el hotel salimos a explorar mejor el centro de Barnaul que es una ciudad extraña. Es la última gran ciudad antes de entrar en Mongolia y es un choque inesperado ver incluso algunos rascacielos, cochazos a la última y chicas preciosas vestidas con llamativos vestidos de fiesta y unos tacones súper-altos. Megafashion, vaya.
Parque frente al Teatro.



El propio Teatro Dramático.

La estatua de amigo Lenin frente el Ayuntamiento.

Mural soviético en una fachada de la Lenina Prospekt (avenida Lenin).

Al atardecer hicimos la compra de comida en un supermercado para llenar las alforjas antes de intentar entrar a los dos días en Mongolia.
Las motos volvieron a dormir en la calle delante del hotel a pesar que el nuevo vigilante nos volvió a advertir que era peligroso, y que nos había rebajado el precio para meterlas en el parking interior. Si te arrugas ya la has jodido, hay que mostrar confianza y saber decir “niet, spasiba” (no, gracias).


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