DIA 15: UN ANGEL DE LA GUARDA

OMSK -  PASADO BARABINSK:  250 KMS.
(22 de julio del 2010)







Por la mañana realizamos un sangrado más y conseguimos hacer los 30 kilómetros que nos separaban de Omsk pero llegando a los semáforos la seguridad se vio comprometida al no poder detener la moto sin embrague y tuve que calar la moto al lado de una gasolinera.

Carles entró en Omsk e intentó en vano conseguir contactar con algún taller, mecánico, lo que fuera, cualquier ayuda. Fue imposible, nadie le hizo caso o le dio un buen dato.  Volvíamos a estar desesperados.

Pero así las cosas de repente repostando su camioneta apareció Alexander, un muy buen chaval soltero que tiene una Gold Wing y una furgoneta en Moscú para dar vueltas por Europa con los amigos y una Harley en Dakota donde suele ir a menudo. Era un tío con posibles, contactos, muy simpático y hablaba inglés más que suficientemente. Conocía Barcelona y la mayoría de España.

El tío se hizo cargo de la situación y me organizó la recogida en Grúa (que pagó él sin discusión posible) hacia un taller que conocía, y llamó a varios amigos motards que irían apareciendo a chafardear. Un gentleman total.


Tras la ya tercera reparación en manos del mecánico, con otra junta tórica que el propio Alexander me fue a comprar a una tienda de recambios, pareció que ésta vez la junta tenía buen agarre, porque hacía hasta un ruido de “ñic” “ñic” al embragar (porque entraba “más justa que un dedo en el culo” (de según quien)), y la mano hasta dolía al accionar la maneta.

Además pude hablar por fin telefónicamente con mi mecánico en casa y me confirmó que esa avería era típica del modelo y que esa junta se suele fastidiar con el calor, existiendo hace años incluso un kit de reparación. Ya lo podría haber dicho antes y me traigo el recambio (!), ya que allí en Omsk Alexander llamó a KTM Moscú y le dijeron que para una simple junta tórica original habría que esperar más de un mes hasta septiembre. ¡Flipa lorito!
Con la moto operativa de nuevo insistí y conseguí en pagar al mecánico (que cobró una cantidad muy modesta), pero a cambio Alexander nos invitó a comer. Antes de ello hice que nos llevara a la tienda de recambios y compré seis juntas tóricas más, por si las moscas... (un gran acierto que me agradecería yo mismo más adelante).

Mientras comíamos Carles y yo tuvimos que tomar la decisión de abandonar entonces vista la poca fiabilidad de ese embrague y que por allí todavía pasa el Tren Transiberiano con el que mandar las motos a Moscú, o bien seguir adelante. Creedme que la decisión no era fácil. Mis problemas mecánicos nos habían hecho perder ya un día y medio (aunque seguíamos casi dentro de las previsiones), por ello quedamos con Carles en que su opinión iba a ser preferente visto que era yo el que estaba retrasando los planes.


Tras analizarlo todo decidimos seguir adelante, al menos hasta Barnaul donde debía de haber en teoría un supuesto concesionario KTM, y veríamos como se comportaba la nueva reparación.

Alexander se alegró mucho de que nos atreviéramos a seguir. Dijo que ese era el auténtico espíritu ruso...


La buena noticia es que tras los primeros palos de ciego dados ahora la avería ya estaba totalmente localizada, la mala es que no había recambio disponible pues estaba claro que la junta tórica original KTM debe de estar hecha de otro material para aguantar unas temperaturas muy elevadas sin degradarse, mientras que las que estábamos montando no.

Después de comer nos hicimos unos 250 kilómetros sin problemas siguiendo hacia el Este.

La tipología humana ya había cambiado hacía tiempo, y la gente dejó de ser preeminentemente caucásicos para pasar a tener los típicos rasgos orientales en sus rostros. No sé, a mí personalmente los asiáticos se me hacen más simpáticos así, porque al menos éstos te ríen cuando les hablas y te hacen que sí, aunque al final resulta que has perdido el tiempo porque no se han enterado de nada.

Las estepas rusas se sucedían e íbamos encarados hacia la alta montaña y el paisaje ya era verde y las aldeas de por el camino todavía más pequeñas. Como dije ya hacía días que los mosquitos eran un incordio, pero aquí ganaban la medalla de oro a la molestia constante.

Paramos sin más problemas en un hotel de carretera. Las motos durmieron a la puerta del hotel.


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